Taganga, pueblito de pescadores
Arrecifes
Cabo San Juan
Ruinas "Pueblito" P.N. Tayrona
Pequeña Tayrona.
Con sonido es mejor.
Arrecifes
Cabo San Juan
Ruinas "Pueblito" P.N. Tayrona
Pequeña Tayrona.
Con sonido es mejor.
Santa Marta, Taganga y Parque Nacional Tayrona.
De Maracaibo cruce una frontera mas en mi viaje y como algunas cosas en la vida, para continuar hacia el norte debo ir hacia el sur, Colombia, el país de Gabriel García Marquez, Pablo Escobar y las FARC, Mondragón y El Pibe, la Chakira, lindas mujeres y la buena Rumba, las esmeraldas, el mejor Café, el Ballenato y la Cumbia. La gente es amable, atenta, educada, alegre, siempre "a su orden" y dispuesta a ayudar incondicionalmente. Es un país que me ha acogido y me ha hecho sentir cómodo y seguro, puedo caminar tranquilo por las calles, me siento libre y la Policía hasta ahora no ha intentado robarme. Al comenzar mi viaje no sabía que hacer con Colombia, saltearla por avión o barco, porque desde afuera solo nos llegan las noticias violentas de este país, y es lo que nos queda, pero eso no es Colombia, es mucho más. Santa Marta, una ciudad que yo diría es mediana, 40 minutos del Parque Nacional Tayrona, es la base de operaciones de la región. Después de unos días aquí entre al parque. El bus lo deja a uno en la entrada y hay que caminar por la jungla húmeda y fangosa, en el camino se pueden escuchar los sonidos de los frutos de los árboles que caen constantemente y monos ahulladores, después de unas 2 horas se llega a la costa, la primer playa es Arrecifes, y desde ahí se puede caminar a playas mas alejadas y a su vez mas tranquilas, mientras mas uno se aleja de la primera, mas solitarias encuentra, tal es así que se puede decir por un día: "esta es mi playa". Elegí el Cabo San Juan
para pasar los próximos cinco días, una playa llena de Palmeras, y grandes rocas, ideal para colgar la hamaca y para pescar. La idea (como siempre) era comer los pescados propios, los primeros días estuvieron bárbaros, pesque y comí como chancho, pero la naturaleza conspiro contra mi estomago y los siguientes días llovió por la noche y la madera para asar no se alcanzaba a secar durante el día. Muy cerca del cabo hay ruinas que alguna vez pertenecieron a indígenas de la cultura Tayrona.
para pasar los próximos cinco días, una playa llena de Palmeras, y grandes rocas, ideal para colgar la hamaca y para pescar. La idea (como siempre) era comer los pescados propios, los primeros días estuvieron bárbaros, pesque y comí como chancho, pero la naturaleza conspiro contra mi estomago y los siguientes días llovió por la noche y la madera para asar no se alcanzaba a secar durante el día. Muy cerca del cabo hay ruinas que alguna vez pertenecieron a indígenas de la cultura Tayrona.